
(Publicado en la ultima hoja informativa).
Para la semana del 21 al 25 del próximo mes de junio está prevista la llegada de los niños bielorrusos que -dentro del Programa de Saneamiento en el que participa nuestra Hermandad a través de la Diputación de Caridad junto con otras hermandades y asociaciones integradas en la Confederación de San Cirilo y Metodio- por segundo año consecutivo, pasarán unos días en casas de familias baratilleras.
Este año serán, D.M., dieciséis los niños acogidos hasta comienzos del mes de agosto, y aún es posible participar en el programa de este año acogiendo en vuestro hogar a uno de estos niños o colaborando económicamente con la Diputación de Caridad para este fin. Aquellos que estén interesados pueden contactar con el Diputado de Caridad D. José Luis Prado en el teléfono 636928954.
El motivo de estas acogidas temporales viene como consecuencia de la necesidad que generaciones enteras de niños y jóvenes bielorrusos tienen de permanecer algún tiempo cada año en un ambiente saludable, fuera de las zonas afectadas por la contaminación nuclear tras la explosión sufrida en 1986 por uno de los cuatro reactores de la Central de Chernobyl, mejorando con ello considerablemente y de manera espectacular sus esperanzas de vida.
Para la semana del 21 al 25 del próximo mes de junio está prevista la llegada de los niños bielorrusos que -dentro del Programa de Saneamiento en el que participa nuestra Hermandad a través de la Diputación de Caridad junto con otras hermandades y asociaciones integradas en la Confederación de San Cirilo y Metodio- por segundo año consecutivo, pasarán unos días en casas de familias baratilleras.
Este año serán, D.M., dieciséis los niños acogidos hasta comienzos del mes de agosto, y aún es posible participar en el programa de este año acogiendo en vuestro hogar a uno de estos niños o colaborando económicamente con la Diputación de Caridad para este fin. Aquellos que estén interesados pueden contactar con el Diputado de Caridad D. José Luis Prado en el teléfono 636928954.
El motivo de estas acogidas temporales viene como consecuencia de la necesidad que generaciones enteras de niños y jóvenes bielorrusos tienen de permanecer algún tiempo cada año en un ambiente saludable, fuera de las zonas afectadas por la contaminación nuclear tras la explosión sufrida en 1986 por uno de los cuatro reactores de la Central de Chernobyl, mejorando con ello considerablemente y de manera espectacular sus esperanzas de vida.