miércoles, 30 de mayo de 2007

Tres amores escondidos- J.Caro Romero






Yo tengo en el Arenal
tres amores escondidos,
que son la Carretería,
las Aguas y el Baratillo.
Si la Virgen de la Luz
se muere al pie de su Hijo
sin que alcance la escalera
la altura de los martirios,
la del Mayor Dolor deja
todo el aire estremecido
mientras agoniza el Viernes
entre aquellos tres patíbulos
que allá por la Magdalena
dan también escalofrío,
que entre Varflora y San Pablo
se andan los mismos caminos.
Y esto Montserrat lo sabe
con sus ojos afligidos,
con su celestial prestancia
de sello montañesino.
Y lo sabe Guadalupe,
bonita entre lo bonito,
astillero del amor
-¿quién la olvida si la ha visto?-,
madrigal de un mayo eterno,
vecina nueva del río,
adonde la sangre llega
por Aguas de sacrificio
y con un Mayor Dolor
que ninguno ha conocido.
Hoy con Don Miguel Mañara
y antaño con San Jacinto.
Pero desde el Lunes Santo,
en la cuenta atrás de un siglo,
siempre con Juan Carlos Montes,
el del corazón partido
bajo las trabajaderas,
que transmite el heroísmo
de los hombres del costal,
eternizando el prodigio
del que sufre en la madera
y lo da todo por Cristo
y su Madre si hace falta
cambiar la vida de sitio.
Deslumbra una flor torera
en medio del Baratillo,
que mira a la Maestranza
y hace el quite si es preciso.
Es Caridad, Novia y Reina,
que presta boca al suspiro
y con su encanto transfiere
en su pañuelo prendido
todo el misterio y la gracia
que Lope y Florencio unidos
fueron capaces de hallar
en el suelo que ahora piso,
donde el amor se recrea,
y en medio de los olvidos
Piedad y Misericordia
ponen contrapunto al lirio.

No hay comentarios: